12 Jun
12Jun

Xabier es un hombre de 56 años que debido a una operación que no salió del todo perfecta, perdió por completo la buena vista que tenía. Se volvió ciego. Eso pasó hace 10 años, 11 este verano, cuando tenía 45. Ahora ya lo ha superado, aunque admite que al principio se dió un buen susto. "Son cosas para las que no te preparan"-dice mientras acaricia el morro de Faida, su fiel perra guía.

También me explicó que estar ciego es muy complicado y peligroso. Complicado porque cada persona lo vive de manera diferente. Cada ciego tiene que hacer un proceso, que llamó "El duelo", muy personal, y darle un nuevo valor a esa nueva vida que empiezas. "Porque cuando te vuelves ciego, empiezas una nueva vida desde cero. Tienes que volver a aprender a andar, a comer..."-me explicaba-" A veces era muy irritante que cosas tan sencillas como llevarte la comida a la boca te las tuvieran que hacer otros". También es un proceso muy peligroso, porque cuando te das cuenta de que no ves y nunca volverás a ver se te pueden pasar ideas muy horribles por la cabeza, incluso la de desaparecer del mundo. Por eso me remarcó muchísimo el apoyo. De la familia, de los amigos... que no te permitan el hundirte a ti mismo, el encontrarte solo, porque eso es lo que conlleva a la desesperación. 

Es interesante ver los significados que la gente da a "ciego". Tanto literal, exterior (alguien que no ve), como interior (si te enamoras, estás ciego a los defectos de esa persona). Además, ser ciego tiene sus ventajas. El cerebro, debido a la plasticidad neuronal, aprovecha la ausencia de estímulos visuales para reforzar los otros sentidos. Traducción: los ciegos tienen los otros sentidos más desarrollados.

Ahora os invito a un reto: coged una prenda de lana, pedid a alguien que os tape bien los ojos para no ver NADA y, durante 15-30 min., vivid lo que es ser ciego. Si queréis podéis caminar un poco intentando no chocar. Y también ayuda un poco de música clásica de fondo. A mí me funcionó el segundo disco de "embrujo clásico". Yo hice esto en clase de lengua, y después la profesora nos invitó a hacer una reflexión sobre lo que habíamos sentido. Al principio, me puse un poco nerviosa, pero luego fue como una paz interior increíble, como salir de mí misma. Si eres un niño, esto te tiene que sonar a tontería, pero un día haz la prueba y verás. Si eres adulto, no puedes hacerlo pensando en la comida de mañana, el chisme de Manolita o el vago de Federico que solo trabaja cuando quiere. Ánimo, intentadlo y os sorprenderéis. Y no olvidéis que siempre hay alguien con peor suerte que vosotros.

MJM


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